CONOCIENDO VALDEGOVIA POR SUS MONTES 3: DESDE CORRO A PEÑA KARRIA 1135 MS Y A PEÑA LISA 973 MS

 

Muchos montañeros consideran malograda una excursión si no han logrado hollar la cumbre que se marcaron como destino al iniciarla. No deberían sentirse frustrados, pues siempre hay cimas alternativas o, en su caso, desvíos a otros destinos que, dentro de la montaña elegida, tengan un contenido menos montañero. En cualquier ruta de acceso a la cúspide de un monte, el sitio en el que está el buzón o el hito que lo señala, se encuentran edificios, ruinas o yacimientos arqueológicos, paisajes, cuya visita ayuda a aprender historia. Me sorprende que no existan guías que combinen esos dos objetivos: El deportivo de la ascensión y el cultural que aporta el recorrido.

 Aprovechando mi conocimiento de las sierras, montes y pueblos de Valdegovía, me he animado ofreceros esta charla sobre ese bello valle del occidente de Álava, combinando monte y cultura.

Lo interesante de este artículo es su enfoque, pues quiero recordar la historia que guardan los diferentes lugares por los que circulan nuestras ascensiones a través de las fotos que os presento.

Mi filosofía como montañero es disfrutar no sólo de la montaña y de sus cimas o cumbres, también de los elementos por los que pasamos.

Os voy a enseñar el espíritu del valle basándome en sus paisajes, en sus gentes y en su historia, su flora y su fauna. Así veremos cómo es esta tierra, tierra “durante siglos de idas y venidas, de afluencias e influencias, Valdegovia tierra abierta, terruño de los que se fueron y segunda patria de otros que llegaron” como Yo.

Hoy os voy a contar la ascensión a dos montes desde el pueblo de Corro en primer lugar a Peña Karria, y luego a Peña Lisa.

Pueblo de Corro que así lucia en 1958


Empezamos nuestro recorrido desde el parquing de vehículos habilitado en las proximidades de las Cuevas Artificiales de Corro y nos dirigimos hacia ellas siguiendo los carteles tanto de GR1 como a las propias cuevas.





En los tiempos de los visigodos, predomina la cultura de los eremitas y toda la austeridad y fe que la caracterizan, restos de esto quedan en las 18 cuevas de las localidades de Barrio, Corro, Pinedo, Quejo, Tobillas, Valpuesta y Villanueva.

Su función ha sido la de servir de templos y viviendas a comunidades eremitas (forma de vida religiosa opuesta a las ostentaciones de la iglesia oficial del momento).

Estas cuevas al igual que las de Pinedo han perdurado como centros de culto hasta el siglo XVIII, luego fueron ocupadas por pastores, vagabundos y mendigos.

LA CUEVA DE LOS MOROS I




De planta rectangular, con dos ventanas en paredes opuestas.

La cueva está ocupada por una serie de sepulturas, destacando dos al Oeste sobreelevadas del suelo habiendo sido dignificadas con bovedilla de horno En el otro extremo se repite el esquema con otras dos sepulturas cobijadas bajo arco de medio punto del tipo de arcosolio.

La impresión que ofrece la cueva es la de haber sido retocada, sobre todo para añadirle algunas sepulturas lo que hace poco reconocible su forma primitiva. 

LA CUEVA DE LOS MOROS II


Fue utilizada como ermita bajo la advocación de San Juan. Fueron dos en un principio, como vemos en las dos puertas de entrada.

Llama la atención la cruz labrada en la jamba de la entrada.



 La cueva es de planta ligeramente circular con repisa corrida, hoy destruida en su mayor parte.

La cueva contiene varias sepulturas de diferente topología las más bien conservadas están excavadas en el suelo a los pies de dos arcos de medio punto que a su vez también contenían sepulturas hoy destruidas.

Un vendedor ambulante, que habitó estas cuevas durante el siglo XX, destruyó la repisa lateral y las sepulturas a la vez que construyó unl piso superior

Cabe destacar en esa cueva el sistema de recogida de agua de lluvia para su consumo.

Visitadas las cuevas seguimos el camino señalizado como GR1, hasta llegar a un cruce donde debemos empezar a seguir el sendero señalizado como Peña Karria, y desde donde empezamos su ascensión.





Más adelante el camino si bifurca. Debemos continuar por la derecha, hasta la siguiente bifurcación, sita en un alto desde el que podemos divisar la localidad de Tobillas.

Es el momento de girar a nuestra izquierda y en unos metros encontramos un cartel indicador de GR1 y PR4, que de frente nos dirige hacia Peña Karria, dejando a nuestra izquierda la senda de GR1 que nos llevaría a Villanueva de Valdegobía.



Seguimos el camino hasta encontrarnos una barrera metálica, y una vez superada la misma, continuamos rectos sin dejar  nuestro camino principal. 

Un cómodo camino entre pinos 




 nos irá acercando a la base de la impresionante mole rocosa de Peña Karria, 

y nuestro sentido nos indicará un giro a la derecha y por estrecha senda, atravesar unos pinos y llegar a una alambrada que nos cortará el paso. 



En este punto adivinamos el final del roquedo y la posibilidad de continuar nuestro camino por la otra vertiente. Un bonito campo de con encinas, el Campo Santidrián, delimita las provincias de Alava y Burgos.

Accedemos a la otra vertiente del roquedo por una pequeña pero clara senda que se va a pegar al roquedo y enseguida veremos a nuestros pies la localidad de Arroyo de San Zadornil.



 Continuaremos esta senda, siempre junto a la base del roquedo, hasta alcanzar la ancha entrada a un canal.

Una vez dentro del canal, enseguida veremos encima nuestro una descomunal circunferencia grabada caprichosamente en la roca, y que ha dado lugar a leyendas sobre su origen que luego contaremos. Debemos reparar en una flecha roja pintada en la roca que nos indicará el desvío hasta  las primeras cadenas, 



y luego un cable de acero, hasta grandes clavijas y cadenas que nos facilitarán la fuerte trepada hasta la cresta. (1h 15 min.)



Para alcanzar bien las cadenas es imprescindible prestar mucha atención a los caires que hay colocados. Al ascender una estrecha senda un cair a medio camino nos hará ver una clavija clavada en la roca. Es por ahí por donde debemos salvar la roca y a continuación estaremos en el comienzo de estrecho pasillo que ayudados por una cadena a modo de barandilla, nos llevará al comienzo de la dificultosa ascensión por la chimenea que nos colocará en la crestería, ayudados también por dos trechos de cadenas bien clavadas a las rocas.




Es muy recomendable ir acompañados por alguien experto en estos avatares de escalada y que nos pueda guiar con seguridad hasta lo más alto de la cresta.

Una vez en la crestería, un pasillo de unos 250 metros, muy aéreo, pero sin dificultad, nos llevará al buzón de Peña Karria.

En la foto a continuación, nuestro amigo Enrique, nos educa sobre cómo asomarnos al vacío para ver la inmensa caída. Nada de ponerse de pie junto al borde, todo ello para evitar peligros que nos puedan conducir a algún desgraciado accidente.



Recordar nuestra recomendación de no efectuar este pasillo con fuerte viento para evitar tontas imprudencias que ocasionarían un fatal accidente. 



Leyendas sobre el origen del agujero



Tenemos dos versiones sobre el origen de esta gran circunferencia hueca labrada caprichosamente en el roquedo, y que recogí de hace años de dos personas mayores en Corro.

La primera, nos dice que hace muchísimos años, Peña Karría no existía, y que las localidades de Corro y Arroyo de San Zadornil estaban separadas sólo por campos. Los de Arroyo, pusieron en la torre de su iglesia un precioso reloj, y que los de Corro, llenos de sana envidia se pasaban el día mirando, lo que molestaba a los de Arroyo. Entonces estos levantaron una gran montaña, Peña Karria, para que los de Corro no pudieran ver el reloj de su iglesia. Los de Corro enfadados la emprendieron contra el muro a huevazos, hasta que consiguieron horadar la roca, y los huevos se estrellaron contra los de Arroyo que en ese momento participaban en una procesión.

La segunda, nos dice también que hace muchísimos años, los de Arroyo de San Zadornil, hicieron un campanario nuevo en su iglesia, y que orgullosos se pasaban todo el día tocando las nuevas campanas, y claro está los de Corro no podían soportar tanto ruido a todas horas. Así que éstos, la emprendieron a huevazos, intentando alcanzar a los de Arroyo, pero se estrellaban en la pared rocosa de Peña Karría, hasta que a fuerza de huevazos consiguieron traspasar la misma, y alcanzar a los de Arroyo de San Zadornil, y pegando de pleno con ellos al cura que en esos momentos presidía una procesión en el pueblo.

Como podéis ver son dos graciosas versiones, nada verosímiles, pero en que ambas tratan del mote por el que se les conoce a los de Corro: hueveros.

Regresamos a Corro, y nos dirigimos hacia la carretera, donde antes de llegar contemplaremos una pequeña pero hermosa cascada.



En el cruce con la carretera, vemos el antiguo Molino Solapeña,



 molino hidráulico del que las primeras referencias son del siglo XIX. Declarado como un bien cultural o natural publicada en el BOPV el 23 de abril de 2002, siendo el primer edificio civil en Valdegovía que obtuvo esta acreditación. hoy transformado en casa rural.




En frente, tomamos un desvío hacia la Necrópolis de Santa Lucía y Santa Olalla.




Estas tumbas son de origen altomedieval, está compuesta de una treintena de tumbas antropomorfas excavadas en la roca viva, en dos grupos. La tipología de estas sepulturas es antropomorfa, y tienen la cabeza esculpida en la tumba y son las que más se asemejan a la forma humana. Estas tumbas que hoy vemos abiertas, al aire libre, tenían todas ellas sus correspondientes tapas.

En general las primeras sepulturas practicadas en roca fueron en los siglos VI al VIII, evolucionando su forma a antropomorfas, como las que aquí vemos, entre los siglos X al XII, época en que podemos datar estar sepulturas.

Cuando existe un numeroso grupo de tumbas, formando una necrópolis como esta de Santa Lucía y Santa Olalla, se han de relacionar con algún lugar de culto, generalmente excavados alrededor de la iglesia o con alguna población cercana. En este caso los cavadores serían artesanos especialistas dedicados a este trabajo. Podemos pensar en la existencia en las cercanías de esta necrópolis de alguna iglesia o poblado ya desaparecidos.




El eje que siguen la totalidad de estas tumbas es Este-Oeste, con los pies al Este, y así la mirada, la cabeza, se orientan al Oeste, en dirección a Tierra Santa.

Ascensión a Peña Lisa

Nos dirigimos hacia la Iglesia de San Miguel que preside el pueblo desde lo alto. Una curiosa escalinata nos sitúa en la misma,




 y a la derecha sale una pista que supera a mano derecha el cementerio y a la izquierda un depósito de aguas, y nos encontramos con una bifurcación por la que seguimos a la izquierda, y atravesamos un paso canadiense, dejando a la derecha el nuevo depósito de aguas del pueblo  y emprendemos el ascenso hacia Peña Lisa.

Si nos giramos y volvemos la vista atrás, una vez superadas las primeras pendientes del camino, veremos con la inmensa mole pétrea de Peña Karria nos contempla y más al fondo el cordal de Cueto. Podemos imaginar una paisaje pirenaico.




Un poco más adelante  y siguiendo los caires dispuestos en el camino, proseguimos por la izquierda en esta bifurcación que nos aparece. Después, haremos lo contrario, seguiremos en la nueva bifurcación a la derecha, estando bien indicado con nuevos caires. En este punto la suave subida a Peña Lisa, nuestro altímetro nos indica que sólo nos quedan 100 metros de desnivel para alcanzar su punto más alto.

Más adelante, nos encontramos una  nueva bifurcación y tomaremos a la derecha según nos señala un cairn, y adentrándonos nos damos cuenta de que estamos ya muy próximos a la cota alta de Peña Lisa, transcurriendo nuestro caminar por un amplio camino entre pinos.

Este camino nos lleva a una campa que debemos atravesar y fijarnos a la izquierda en un nuevo cairn que nos va a desviar hacia Peña Lisa 



Este camino que incluso tiene un ligero descenso, nos hace evidente que a  nuestra izquierda estamos dejando el punto más alto, y para llegar a él, debemos continuar más adelante hasta alcanzar unos caires a nuestra izquierda, que nos señalan una difusa senda entre los pinos, que nos van a situar  en la cumbre más alta de Peña Lisa (973m), y que aparece en un pequeño claro entre los pinos . Está señalado con un grupo de piedras superpuestas y una estaca en vertical para indicarnos que lo hemos alcanzado. En su alrededor, podemos ver un pino con una curiosa forma en la que podemos imaginar a una persona con los brazos en alto. Las vistas permanecen ocultas por la foresta.




Para nuestro descenso, desandamos la senda difusa que nos ha traído entre los pinos hasta la cumbre más alta. Y alcanzamos nuevamente el camino que traíamos y que vamos a seguir hasta que culmina en una alambrada. A la izquierda una estrecha senda paralela a la alambrada, nos indica el descenso que debemos seguir.

Esta senda nos lleva por el cordal de Peña Lisa, y debemos estar atentos porque a nuestra derecha en un pequeñísimo claro, aparece este vez sí un buzón montañero que nos indica que estamos en la segunda cumbre de Peña Lisa (952m) . 


Junto al buzón, un mojón de límites entre los pueblos de Corro y Acebedo, el cual se contempla abajo en el valle. También podemos  ver, entre las ramas de los pinos,  una balsa de riego y un conjunto de numerosas placas solares en una finca.




Más adelante,  esta senda nos deja en un amplio camino que a su vez nos lleva a un collado, donde confluyen cuatro caminos, debiendo nosotros continuar de frente, desechando tanto el de la derecha como el de la izquierda. Estamos en el llamado “Alto lo Quemau”.Un poco más adelante seguimos también de frente, desechando el camino que sale a nuestra izquierda.




El camino nos lleva a una encrucijada. Debemos continuar a nuestra izquierda, como nos lo indica un cairn allí situado, y además en evidente descenso hacia el pueblo de Corro. El descenso por este amplio camino, que antiguamente conectaba los pueblos de Corro y  Acebedo, nos permite contemplar la inmensa mole de piedra de Peña Karria.

Encontraremos en nuestro camino la fuente y abrevadero del Bardal  preludio de nuestra llegada a unas hermosas campas. 


El arroyo que surge de esta fuente nos acompañará en nuestro caminar, tomando el nombre al principio del Bardal, y más abajo en otras grandes campas, el nombre de La Paul, formando unas graves abrevaderos que en verano se utilizan por la chavalería para bañarse. 



Y para finalizar nuestro recorrido entramos nuevamente en el pueblo de Corro .

 

 

 


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