PUENTE COLGANTE EN PUENTELARRA (ARABA/ALAVA)


 

EL PUENTE COLGANTE DE PUENTELARRÁ

 

 
 

No hace aún tanto tiempo hubo en Puentelarrá otro puente, distinto del que dio nombre al pueblo, y del que nadie se ha ocupado todavía. No sabemos con certeza quién lo construyó, en qué circunstancias, ni qué papel le correspondió jugar. No se han hecho públicos planos o dibujos, ni conocemos con seguridad las fechas en que estuvo activo. Y sin embargo, existe allí, junto al río, un lugar llamado Puente Colgante.

 

Quizá este aparente vacío documental sea la razón de que historiadores e investigadores de la arquitectura lo hayan ignorado hasta ahora. Pero cuando nuestras instituciones emprenden la tarea de inventariar los así llamados elementos menores del patrimonio arquitectónico, se podría esperar que un puente situado en un emplazamiento de considerable valor estratégico, con envergadura para salvar 60 metros de luz a 7 metros de altura sobre el cauce del Ebro no fuera tomado por una barcaza arrastrada por las sogas.

 

Sin embargo,el libro Patrimonio Arquitectónico en la Cuadrilla de Añana, Elementos Menores (2008) escrito por Victoriano Palacios Mendoza y José Rodríguez Fernández, deja ver claramente que no se ha hecho una verdadera inspección del terreno, se ha tratado con superficialidad la toponimia local y se han malinterpretado los documentos existentes sobre los antiguos pasos del Ebro en Puentelarrá.

 

Los autores se extrañan (pág. 397) de que haya existido otro puente en las proximidades del de piedra. Pero no sospechan que es precisamente la cercanía del gran puente arruinado lo que explica la necesidad de construir no “un puente de hierro (al uso del famoso de Bilbao)” como ellos especulan, sino un puente alternativo de bajo coste y más acorde con los tiempos inseguros que corrían a finales del S. XIX. No solo ignoran la existencia de restos materiales, sino que desconocen la configuración del terreno en la zona donde estaba el puente colgante, especialmente el difícil acceso al cauce. Tras comentar su hallazgo de una referencia a la construcción de una barca en 1878 “que aclaraba de forma meridiana el problema”, terminan convirtiendo el puente colgante de Puentelarrá en una fantasía local: “El puente colgante limitaría pues [sic]a una barcaza tirada por sogas desde las orillas del Ebro”. Disparate cuya explicación: “tal vez para desahogar el tráfico de mercancías en el puente de piedra”, sin duda hubiera divertido a Petra Salazar (1845-1948), la última barquera.

 

Como es sabido, durante la segunda mitad del siglo XIX la parte alavesa del Puente Viejo de Puentelarrá atravesó largos períodos en estado ruinoso debido a las fuertes riadas y a las voladuras durante las guerras civiles de la época; sin olvidar los conflictos entre las instituciones de Alava, Castilla y Señorío de Vizcaya, encargadas de velar por su integridad. El paso por el Ebro en el Camino Real de Pancorbo a Bilbao se realizaba en estas épocas, y mientras no hubo alternativa, dando un rodeo hasta el puente de Miranda.

 

Es lógico que los habitantes de éste y otros pueblos de la zona buscaran la forma de seguir atendiendo sus labranzas y negocios a ambos lados del Ebro sin necesidad de desplazarse 12 kilómetros hasta Miranda. Documentos del Archivo de la Junta Administrativa de Puentelarrá dan fe de una reunión del alcalde y vecinos en septiembre de 1.878 en la que se trata “del modo y forma en que adelante hemos de continuar con la barca”, para lo que se establece una suscripción con el fin de hacer una barca nueva “pero en nombre de la misma villa”. De 1.881 data otro documento, ya estudiado por Micaela Portilla (Revista Avance, Vitoria 1964), que nombra una comisión encargada de fijar las condiciones del servicio y establecer las obligaciones del barquero. Una de ellas era residir en las inmediaciones del embarcadero, que estaba junto a la plaza e iglesia, en una zona despejada y de fácil acceso hasta ayer, y a escasos 100 metros río arriba del por entonces intransitable puente de piedra.

 

También las instituciones buscaron la forma de que el paso del Ebro en Puentelarrá tuviera continuidad, pero su solución no consistió en rehacer la parte destruida del viejo puente, sino en desviar la carretera y construir en las cercanías uno nuevo, más ligero y de menor coste material. Aunque muy pocos quedan en pie, fueron muchos los puentes colgantes que se construyeron en España durante esa época. Los datos que hasta el momento se han hecho públicos sobre el que nos ocupa son escasos; pero no hay lugar a dudas sobre su existencia y localización.

 

El puente se hallaba, sobra decirlo, en el término Puente Colgante, 750 metros aguas abajo del antiguo embarcadero en el centro del pueblo. Se accede allí a través de la carretera desviada, hoy calle, que fue propiedad del Señorío de Vizcaya. Todo indica que fue precisamente el Señorío, interesado en mantener el tráfico desde y hacia Bilbao por esta vieja ruta, quien tomara la iniciativa. Las características del lugar son únicas en un largo tramo del río y parecen idóneas para este tipo de empresa: distancia entre orillas relativamente corta, riberas escarpadas y altura sobre el cauce similar en los dos lados.

 

Parcialmente ocultos por la maleza se pueden ver hoy restos de los estribos, fabricados con fuerte mampostería, que se ven reflejados en la foto que acompaña este escrito. Hay mapas y fotografías aéreas del trazado del camino que continuaba al otro lado del Ebro, ya en Castilla, hasta enlazar en el término de Pesqueras con la actual carretera CL-625. A escasos metros de la embocadura y habitada en la actualidad, está la casa donde vivía el encargado del servicio del puente. Por si quedaban dudas, el Itinerario Descriptivo Militar de España, publicado por el Depósito de la Guerra en 1866 confirma que por aquellos años el paso del Ebro en la villa de Puentelarrá se hacía a través de un puente colgante. Y años después, R. Becerro de Bengoa lo menciona en El Libro de Alava, de 1877.

 

Los autores saben que su libro servirá de referencia a posteriores estudios, por ello seguramente no está de más una rectificación.

Este trabajo ha sido realizado con la necesaria colaboración de los vecinos de Puentelarrá, Ángel Santamaría y Prudencio Irazábal

 

 

 

 

 

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