DESMENUZAR EL VINO: Origen del cuartillo de vino y porqué a los de Fontecha les llaman balleneros

 

DESMENUZAR EL VINO: ORIGEN DEL CUARTILLO DE VINO y PORQUE A LOS DE FONTECHA LES LLAMAN BALLENEROS.

 
(Imagen de internet)

Ahora se ha perdido prácticamente ya la venta a granel de los géneros. Entre ellos el vino. Y tampoco ya en los bares y tabernas se solicita el porrón con un cuartillo de vino.

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Curiosamente el cuartillo de vino corresponde a medio litro, y no a un cuarto de litro como la palabra nos lo puede expresar.

¿Qué era desmenuzar el vino? ¿De dónde viene entonces “el cuartillo de litro”?

Hasta bien entrado el siglo XIX también, al menos en Álava, el tema del vino era potestad de los Concejos. En cada pueblo la taberna dependía del Concejo. El Concejo tenía la facultad de disponer o dictar bandos u ordenanzas indicando el tipo de vino que se debía comprar, así como su procedencia, generalmente se disponía comprar vino tinto en Rioja alavesa, Rioja logroñesa o Navarra.

El Concejo nombraba un tabernero cuya primera misión era “desmenuzar el vino”, por lo que se le pagaba como se puede comprobar en las cuentas de los concejos alaveses.

El vino se traía en carretas en odres o pellejos de vino. Los pellejos eran elaborados de forma artesanal, con piel curtida al vegetal, cosido hermético y pez interior vegetal, y se aprovechaba bien la zona del cuello o bien una pata para ponerle ahí el tapón o un cordel. Generalmente solían ser de cabra, y los había también de oveja y a veces de buey. Su capacidad variaba en función del tamaño del pellejo, pudiendo calcularse entre 30 y 40 litros cada pellejo.

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Ahora ya intervenía el tabernero y debía desmenuzar el vino. De los odres, los pasaba a cántaras. De las cántaras (8 azumbres) a cuartillas (2 azumbres). Y de las cuartillas a azumbres propiamente, y de éstos a medio azumbre y a cuarto de azumbre (“cuartillo”), que era la unidad mínima de venta o despacho.

Pero esas medidas se acabaron. Nos remontamos a 1849, cuando la reina Isabel II sanciona la ley decretando la implantación del sistema métrico decimal para su pleno funcionamiento administrativo a partir de 1853, y para el resto de ciudadanos a partir de 1860, a fin de igualar en todo el estado las medidas tanto de longitud, superficie, volumen, como de masa o peso y también las de capacidad. Realmente no es hasta 1880 cuando entraron en funcionamiento las nuevas medidas que ahora conocemos.

A principios del siglo XIX la unidad de peso era la libra, no el kilogramo, pero ojo, en Huesca equivalía a 351 gramos, en Pamplona, 372 gramos, y en La Coruña 575 gramos. En el tema de capacidades por ejemplo en Ciudad Real existía la barchilla que equivalía a 16,60 litros, y una media arroba equivalía a 8 litros; en cambio en Albacete la media arroba equivalía a 6,365 litros, y en Cataluña usaban la cuartera, que a saber a qué equivaldría en otras comunidades, ya que en cada pueblo de esa comunidad la medida de la cuartera era distinta.

En el País Vasco, y concretamente en Álava, la medida de capacidad era el azumbre. El azumbre estaba dividido en cuatro cuartillos o dieciséis copas. Ocho azumbres formaban una cántara o arroba mayor, y dos azumbres una cuartilla. Redondeando, hoy en día, una cántara serían 16 litros, 1 azumbre sería dos litros, medio azumbre sería un litro, y un cuarto de azumbre (“cuartillo”) sería medio litro.

Y de aquí viene la expresión de “cuartillo de vino”, que después de la implantación del sistema métrico decimal, se siguió utilizando para designar al medio litro.

Y he dicho redondeando, porque en Castilla en general, un azumbre equivalía a 2,05 litros, y en País Vasco el azumbre equivalía a 2,06 litros, a excepción de San Sebastián donde equivalía a 2,52 litros.



Y ya que estamos tratando este tema de odres o pellejos de vino, vamos a aprovechar a contar porqué a los del pueblo de Fontecha les llaman “balleneros”. Cuenta la leyenda que vieron una ballena en el Río Ebro a su paso por Fontecha y la mataron a tiros. Ocurrió, que un carretero al pasar el vado del río Ebro por esa zona, volcó la carreta que llevaba con unas cubas de vino, y se fueron navegando río abajo llevadas por la corriente. El carretero ante el desaguisado que se le venía encima, iba gritando por la orilla “una va llena”, “una va llena”, refiriendo claro está a una de las cubas llena de vino. Pero los vecinos de Fontecha alarmados por lo que oían, se dirigieron raudos y veloces hasta el río armados con sus escopetas y acribillaron a tiros al “animal” que resultó ser la cuba de vino, el cual se desperdició por el río. Alguna vez que el bautizo fue al revés, y no el agua al vino.

De todas formas, esto forma parte de los dichos y leyendas, y son que pueden ser ciertas y no haber ocurrido nunca.

 

 

 

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